1618, estación del mar, semana de la ilusión, día del agua
La hazaña de los cuatro jóvenes les puso en boca de todos en el clan. Por eso, el siguiente día de mercado, Jarstak Barbaerizada abordó a Andarin sin rodeos:
—Planeo un robo de ganado para vengarnos de Espada Esmeralda y necesito a alguien que sepa manejar las vacas.
—¿Por qué yo?
—Eres tormaktinga, como yo, y querrás devolvérsela a los Espada Esmeralda.
—Eso significa que no se lo has contado al jefe Broddi. Vale, cuéntame tu plan.
Jarstak miró alrededor y adoptó un tono conspirador.
—El objetivo es Curva del Arroyo. Llegaremos por unos túneles secretos. No nos verán llegar. Pero las vacas no caben por los túneles, ahí entras tú.
Andarin lo miró sin pestañear, recordando la conversación con Kernalda. Iba a ser complicado que ese idiota descerebrado no los matase a todos. Le pasó el brazo por los hombros.
—Déjame los detalles. Tú sólo guíanos a la victoria.





En mi juventud, Runequest era el tercero en discordia. Tenías AD&D, tenías MERP/Rolemaster y tenías Runequest. Eran los tres juegos de rol de fantasía que teníamos en castellano. En el club en el que yo estaba en mi primer periplo universitario (Alas de Dragón) cogía polvo en la estantería. En los tres años que pasé allí, nunca jugué. Había coñas con su mortalidad y con los patos y ya. Yo me especialicé en juegos que no se jugaban en el club, por tener más variedad de directores de juego. Dirigí a Far west, a Piratas!!, a Nephilim. Con Runequest, cogía los libros, veía las portadas, los interiores, los comparaba los de AD&D y MERP y los volvía a dejar en su sitio.